viernes, 26 de julio de 2013

¿Por qué fumar marihuana en un parque Nacional?

Este fin de semana un numeroso grupo de personas se dieron cita en el emblemático parque Nacional de Bogotá, para fumar marihuana.

Rodeado por el buen gusto, empresas, universidades y la cordillera de los Andes, se encuentra ubicado en Bogotá, el parque Nacional, Enrique Olaya Herrera, un espacio amplio y tranquilizador, donde en días normales es común observar parejas de enamorados, estudiantes y toda suerte de trabajadores descansando bajo la sombra de sus árboles.

Es viernes y no es un día diferente, desde las primeras horas del mismo, pese a la amenaza de lluvia, comienzan a merodear sus espacios personas, personas que trabajan, que descansan, que hacen deporte y personas que van a fumar marihuana.




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Lo que comenzó como una iniciativa a través de las redes sociales, resultó tornándose en una numerosa concentración, donde no importa el número de asistentes a la cita, tanto como su convicción para encender un porro, bareto, varillo, a plena luz del día en aquel lugar lleno de historia, dentro de lo que sus organizadores han denominado ‘Carnaval cannabico colombiano 2013’.  

“Surge un momento donde diferentes comunidades que están alrededor de la cannabis nos queremos reunir, nos queremos reconocer, (…) visibilizar a la sociedad, quienes son los que ellos llaman  marihuaneros”, dice  Guillermo Debia Arbeláez, uno de los organizadores del evento, sobre la razón de esa reunión a la que con el paso de las horas se suma más gente.

No es la primera vez que en Colombia se desarrolla un evento de este tipo, ya en años anteriores cientos de personas se han tomado las calles de sus ciudades, exigiendo la legalización de la marihuana, como en Medellín, cuando en 2009 el grito “No Alvarito, si al bareto”, le dio la vuelta a Colombia. 

En el ambiente hay una energía extraña que no permite  ver, sino observar la realidad, algunos dirían que es como ver el mundo por primera vez, verlo en detalle, tal vez es por eso que no se hacen todas las preguntas que deberían hacerse, sin embargo Guillermo dice que ellos no son más que un grupo de amigos que se hacen llamar ‘Sí a la dosis personal’ y abogan por la despenalización del cultivo y consumo de marihuana.

Se encuentran en una gira nacional, en la que han realizado eventos en ciudades como Medellín, Barranquilla, Manizales y otras grandes plazas del país.

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Guillermo no solo habla del libre desarrollo de la personalidad, sino de uno de los flagelos que ha dejado miles de muertos en el país: el narcotráfico.

“Uno de los discursos que usa el Estado para criminalizar la marihuana, es el de las ‘ollas’ o puntos de vicio, donde también se encuentran drogas más fuertes (…) con el autocultivo o autogestión el consumidor ya no tendría necesidad de acudir a estos lugares, donde además expone su integridad”, dice argumentado su posición.

Sobre este punto también se pronunció recientemente la Organización de Estados Americanos, quien en su último informe ‘Escenarios para el problema de drogas en las Américas 2013-2015’, recomendó la despenalización del consumo drogas.

“La despenalización del consumo de drogas debe ser la base de cualquier política de salud pública y no los arrestos o encarcelamientos de consumidores debido a que causan muchos daños”, dice la OEA en su informe.

Guillermo también propone un nuevo debate, un debate en torno a las familias campesinas que sobreviven de los cultivos ilícitos, sin profundizar en ese tema, afirma que “que es una discusión que tiene que darse, hay que pensar en las familias campesinas  que han vivido del narcotráfico y del microtráfico por mucho tiempo”.

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La jornada continúa desarrollándose y cobijados por el imponente monumento al fallecido expresidente Rafael Uribe Uribe, quien se desempeñó como general liberal en ‘la guerra de los mil días’ (1899-1902), que da la bienvenida al parque Nacional, organizadores y asistentes toman el micrófono para compartir pensamientos, discursos y manifestaciones artísticas sobre la marihuana.
Salvo algunas excepciones, la mayoría de los fumadores no superan los 30 años, hombres y mujeres, juegan fútbol, cartas, hablan, leen, mientras consumen marihuana.

El consumo se hace de diferentes formas, desde el tradicional cigarrillo, en el que la hierba se envuelve en un ‘cuero’, pasando por el popular ‘bate’ o ‘torpedo’, hasta elaborados dispositivos como la narguila, en el que la ‘ganya’ es mezclada con hierbas aromáticas y se aspira su vapor al pasar por el agua.

También se encuentran algunos que realizan el llamado ‘satélite’, tomando una fruta, siendo la más común una manzana, e introduciéndole porros para fumar a través de ella.

Otros, para evitar el daño que produce en los pulmones el hecho de fumar, optan por consumirla en forma de alimento, es así como se encuentran galletas, chocolates, tortas, helados, panes, entre otros productos elaborados con marihuana.

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 Las horas avanzan y el sol comienza a caer, en algún momento, entre los cantantes y malabaristas, el espectáculo se torna psicodélico,  incluso alguien se atreve a preguntar de donde salen todas esas personas que visten y actúan de formas tan diferentes y es justo ahí, cuando todo parece un sueño, cuando las emociones en los sentidos se sobredimensionan, que es momento de despertar.

Al parecer, la reunión no tiene el permiso de la Policía, que comienza a rodear el lugar, lo que hace que Eduardo Vélez, uno de los organizadores del evento, quien se presenta como profesor, comience a pronunciar un discurso sobre lo que para él, significa ser libre y consumir marihuana.

“El miedo es de ellos y no de nosotros, aquí no estamos haciendo nada malo, no se ha presentado un solo hecho de violencia (…) esta es una protesta de marihuaneros que reivindica el consumo de la cannabis, como decisión individual y libertaria”.

Este hombre llama mucho la atención, es un líder, cuyas palabras hacen que la multitud concentre su dispersa atención y estalle en fuertes aplausos y vitoreos. Eduardo Vélez pudiera compararse a un típico político colombiano, pero su apariencia y discurso dista mucho de ello.  

“Si tú te quieres trabar, trabate (…) Tenemos la incomprensión de la sociedad y de las instituciones del Estado que se unen pare decir ‘esto no puede ser’, pero nosotros decimos ‘aquí estamos’”, dice Eduardo.

A sus palabras, y al ver reacción de su auditorio, que se congrega bajo los grandes árboles de la plazoleta del parque Nacional, la Policía retrocede, y ese será un escenario que se repetirá hasta altas horas de la noche, cuando algunos ya tengan listas carpas de acampar para pernoctar en ese lugar.

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Pero ¿por qué fumar marihuana en un parque Nacional? Las razones son muchas, quienes se encuentran en el lugar, intercambian comentarios sobre el hecho.
“Estamos marcando un hito en la historia del país y de la ciudad”, “Hoy venimos hacer libres a través del consumo”, “Siempre había querido probar la marihuana”, son algunas de las razones que dan quienes se encuentran en el lugar.
Otros expresan motivos más espirituales, “la marihuana es un fruto, es un regalo, es una bondad de la madre tierra con el ser humano (…) uno se relaciona con ella y establece una relación permanente de comunicación de complementariedad con la naturaleza (…) por eso la compartimos”.

No es fácil llegar a una conclusión pero tal vez ese grupo tan sólo busca ganarse un lugar en la sociedad,   “Aquí estamos a los que detesta todo mundo: la familia, la escuela, los del edificio, los del barrio, los ‘tombos’, el empleador, todo el mundo detesta al marihuanero (…) la preocupación individual, de que nos repriman el hecho de querer trabarnos, nos lleva a buscarnos (…) este ante todo es un ejercicio de libertad”, dice Eduardo Vélez.

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En algún momento los sentidos fallan y todo se nubla, es ahí cuando la periodista que cuenta esta historia cae presa de un sueño profundo y no tiene más remedio que retirarse.

Al día siguiente, cuando muchos se despiertan en el parque, ya que finalmente la policía desistió de realizar un desalojo, se realizará una marcha en la que cientos personas llegaran a la plaza de Bolívar, frente al Congreso y la sede de la presidencia, para exigir un espacio dentro de la sociedad.


Por: @JBarrantesE

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