Este fin de
semana un numeroso grupo de personas se dieron cita en el emblemático parque
Nacional de Bogotá, para fumar marihuana.
Rodeado por el
buen gusto, empresas, universidades y la cordillera de los Andes, se encuentra ubicado
en Bogotá, el parque Nacional, Enrique Olaya Herrera, un espacio amplio y
tranquilizador, donde en días normales es común observar parejas de enamorados,
estudiantes y toda suerte de trabajadores descansando bajo la sombra de sus
árboles.
Es viernes y no
es un día diferente, desde las primeras horas del mismo, pese a la amenaza de
lluvia, comienzan a merodear sus espacios personas, personas que trabajan, que
descansan, que hacen deporte y personas que van a fumar marihuana.
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Lo que comenzó
como una iniciativa a través de las redes sociales, resultó tornándose en una
numerosa concentración, donde no importa el número de asistentes a la cita,
tanto como su convicción para encender un porro, bareto, varillo, a plena luz
del día en aquel lugar lleno de historia, dentro de lo que sus organizadores
han denominado ‘Carnaval cannabico colombiano 2013’.
“Surge un
momento donde diferentes comunidades que están alrededor de la cannabis nos
queremos reunir, nos queremos reconocer, (…) visibilizar a la sociedad, quienes
son los que ellos llaman marihuaneros”,
dice Guillermo Debia Arbeláez, uno de
los organizadores del evento, sobre la razón de esa reunión a la que con el
paso de las horas se suma más gente.
No es la primera
vez que en Colombia se desarrolla un evento de este tipo, ya en años anteriores
cientos de personas se han tomado las calles de sus ciudades, exigiendo la
legalización de la marihuana, como en Medellín, cuando en 2009 el grito “No
Alvarito, si al bareto”, le dio la vuelta a Colombia.
En el ambiente
hay una energía extraña que no permite ver, sino observar la realidad, algunos dirían
que es como ver el mundo por primera vez, verlo en detalle, tal vez es por eso
que no se hacen todas las preguntas que deberían hacerse, sin embargo Guillermo
dice que ellos no son más que un grupo de amigos que se hacen llamar ‘Sí a la
dosis personal’ y abogan por la despenalización del cultivo y consumo de
marihuana.
Se encuentran en
una gira nacional, en la que han realizado eventos en ciudades como Medellín,
Barranquilla, Manizales y otras grandes plazas del país.
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Guillermo no solo
habla del libre desarrollo de la personalidad, sino de uno de los flagelos que
ha dejado miles de muertos en el país: el narcotráfico.
“Uno de los discursos
que usa el Estado para criminalizar la marihuana, es el de las ‘ollas’ o puntos
de vicio, donde también se encuentran drogas más fuertes (…) con el autocultivo
o autogestión el consumidor ya no tendría necesidad de acudir a estos lugares, donde
además expone su integridad”, dice argumentado su posición.
Sobre este punto
también se pronunció recientemente la Organización de Estados Americanos, quien
en su último informe ‘Escenarios para el problema de drogas en las Américas
2013-2015’, recomendó la despenalización del consumo drogas.
“La
despenalización del consumo de drogas debe ser la base de cualquier política de
salud pública y no los arrestos o encarcelamientos de consumidores debido a que
causan muchos daños”, dice la OEA en su informe.
Guillermo
también propone un nuevo debate, un debate en torno a las familias campesinas
que sobreviven de los cultivos ilícitos, sin profundizar en ese tema, afirma
que “que es una discusión que tiene que darse, hay que pensar en las familias
campesinas que han vivido del
narcotráfico y del microtráfico por mucho tiempo”.
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La jornada
continúa desarrollándose y cobijados por el imponente monumento al fallecido
expresidente Rafael Uribe Uribe, quien se desempeñó como general liberal en ‘la
guerra de los mil días’ (1899-1902), que da la bienvenida al parque Nacional, organizadores
y asistentes toman el micrófono para compartir pensamientos, discursos y manifestaciones
artísticas sobre la marihuana.
Salvo algunas
excepciones, la mayoría de los fumadores no superan los 30 años, hombres y
mujeres, juegan fútbol, cartas, hablan, leen, mientras consumen marihuana.
El consumo se
hace de diferentes formas, desde el tradicional cigarrillo, en el que la hierba
se envuelve en un ‘cuero’, pasando por el popular ‘bate’ o ‘torpedo’, hasta
elaborados dispositivos como la narguila, en el que la ‘ganya’ es mezclada con
hierbas aromáticas y se aspira su vapor al pasar por el agua.
También se
encuentran algunos que realizan el llamado ‘satélite’, tomando una fruta,
siendo la más común una manzana, e introduciéndole porros para fumar a través
de ella.
Otros, para
evitar el daño que produce en los pulmones el hecho de fumar, optan por
consumirla en forma de alimento, es así como se encuentran galletas, chocolates,
tortas, helados, panes, entre otros productos elaborados con marihuana.
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Las horas
avanzan y el sol comienza a caer, en algún momento, entre los cantantes y
malabaristas, el espectáculo se torna psicodélico, incluso alguien se atreve a preguntar de
donde salen todas esas personas que visten y actúan de formas tan diferentes y
es justo ahí, cuando todo parece un sueño, cuando las emociones en los sentidos
se sobredimensionan, que es momento de despertar.
Al parecer, la
reunión no tiene el permiso de la Policía, que comienza a rodear el lugar, lo
que hace que Eduardo Vélez, uno de los organizadores del evento, quien se
presenta como profesor, comience a pronunciar un discurso sobre lo que para él,
significa ser libre y consumir marihuana.
“El miedo es de
ellos y no de nosotros, aquí no estamos haciendo nada malo, no se ha presentado
un solo hecho de violencia (…) esta es una protesta de marihuaneros que
reivindica el consumo de la cannabis, como decisión individual y libertaria”.
Este hombre
llama mucho la atención, es un líder, cuyas palabras hacen que la multitud
concentre su dispersa atención y estalle en fuertes aplausos y vitoreos.
Eduardo Vélez pudiera compararse a un típico político colombiano, pero su
apariencia y discurso dista mucho de ello.
“Si tú te
quieres trabar, trabate (…) Tenemos la incomprensión de la sociedad y de las
instituciones del Estado que se unen pare decir ‘esto no puede ser’, pero
nosotros decimos ‘aquí estamos’”, dice Eduardo.
A sus palabras,
y al ver reacción de su auditorio, que se congrega bajo los grandes árboles de la
plazoleta del parque Nacional, la Policía retrocede, y ese será un escenario
que se repetirá hasta altas horas de la noche, cuando algunos ya tengan listas
carpas de acampar para pernoctar en ese lugar.
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Pero ¿por qué
fumar marihuana en un parque Nacional? Las razones son muchas, quienes se
encuentran en el lugar, intercambian comentarios sobre el hecho.
“Estamos
marcando un hito en la historia del país y de la ciudad”, “Hoy venimos hacer
libres a través del consumo”, “Siempre había querido probar la marihuana”, son algunas
de las razones que dan quienes se encuentran en el lugar.
Otros expresan
motivos más espirituales, “la marihuana es un fruto, es un regalo, es una
bondad de la madre tierra con el ser humano (…) uno se relaciona con ella y
establece una relación permanente de comunicación de complementariedad con la
naturaleza (…) por eso la compartimos”.
No es fácil llegar a una conclusión pero tal
vez ese grupo tan sólo busca ganarse un lugar en la sociedad, “Aquí estamos a los que detesta todo mundo:
la familia, la escuela, los del edificio, los del barrio, los ‘tombos’, el
empleador, todo el mundo detesta al marihuanero (…) la preocupación individual,
de que nos repriman el hecho de querer trabarnos, nos lleva a buscarnos (…)
este ante todo es un ejercicio de libertad”, dice Eduardo Vélez.
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En algún momento
los sentidos fallan y todo se nubla, es ahí cuando la periodista que cuenta
esta historia cae presa de un sueño profundo y no tiene más remedio que
retirarse.
Al día siguiente,
cuando muchos se despiertan en el parque, ya que finalmente la policía desistió
de realizar un desalojo, se realizará una marcha en la que cientos personas
llegaran a la plaza de Bolívar, frente al Congreso y la sede de la presidencia,
para exigir un espacio dentro de la sociedad.
Por: @JBarrantesE
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